martes, 29 de septiembre de 2009

AYER, HOY, MAÑANA...


Ayer... Caminábamos en las oscuras sendas de nuestras vidas, en una búsqueda incierta, sin luz, sin sentido, ignorando quiénes éramos y nuestra razón de ser en el Universo. Gran parte de nuestra Energía Vital y de nuestras semillas fueron depositadas en tierra estéril.

Ayer, cargando pesadas cadenas, sólo un destino era seguro: el de la autodestrucción y la muerte.

Hoy...La Vida nos privilegia estando aquí, unidos por fuertes lazos de hermandad, con puntos de convergencia que nos permiten conocernos en los otros, para respetarnos y aprender a pensar, a sentir y a ejercer responsablemente nuestra Libertad.

Juntos, en la sencillez y profunda sabiduría de la cotidianidad, movidos por la fuerza de Dios en el Amor, encontramos el horizonte perdido, sentimos que no estamos solos, nos ubicamos en la realidad, crecemos y aprendemos a vivir.

Mañana... Una vez rotas nuestras cadenas, recogeremos los frutos de nuestra lucha.

Mañana... Como personas libres, sobrias y dignas, haremos nuestro aporte a la sociedad y compartiremos con Alegría y Esperanza el Sentido de la Vida.

Que la Luz, el Amor y el Poder Superior nos acompañen.

¿POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ?


Estamos aquí porque no existe refugio alguno donde escondernos de nosotros mismos.

Mientras la persona no se confronta en los ojos y en el corazón de los demás, está escapando.

Mientras no comunica sus secretos, no hallará reposo.

El hombre que teme ser conocido no puede conocerse a sí mismo, ni conocer a los demás: está solo.

Fuera de nuestros puntos comunes, ¿dónde más podremos hallar tal espejo?

Reunidos aquí la persona puede al fin de cuentas manifestarse claramente a sí misma,

no como el gigante de sus sueños ni el enano de sus temores,

sino como un ser humano, parte de un todo, con su contribución para ofrecer.

Sobre este terreno todos podemos echar raíces y crecer,

no ya solos como en la muerte, sino vivos para nosotros mismos y para los demás.