lunes, 17 de agosto de 2009

OPUESTOS


En mi vida encontré una llamativa respuesta a lo que yo considero “el error”, “la falla” de la educación cultural, en la transmisión del conocimiento.

Las personas somos en esencia completas, no estamos divididas en manos y pies, no somos mente y cuerpo, simplemente “somos”; somos en una unidad fundamental.

Igual que las personas toda la creación “es una” y con esto lo que quiero decir es que “nada” es el opuesto de “nada”; si no que “todo es” simplemente “todo”. Es verdad que hacemos divisiones para poder comprender mejor las cosas, como por ejemplo decimos “estoy triste o estoy alegre” pero es para definir lo que sentimos. “El error” esta en pensar que un sentimiento es contrario a otro, es pensar que uno es bueno y el otro malo. “El error” como yo lo llamo, es olvidar que no están separados, que no son cosas diferentes, es olvidar que nosotros las separamos con un fin (entenderlas), pero que en esencia se complementan y son una sola cosa.

Intentar explicar esto es difícil, pues es necesario exponer varios ejemplos y meditarlos cada uno. Pero puedo exponer algunos siguiendo aquella historia del joven Einstein respondiendo a la maestra de la escuela. Que le preguntaba sobre el “mal” y éste le contesto “Maestra el mal no existe, el mal es la ausencia del bien; el mal no es nada en sí mismo”. Y para dar crédito a su teoría, éste brillante joven añadió: “Maestra, la oscuridad no existe porque no es estudiable, lo que existe es una ausencia de luz. Al no estar presente la luz nuestro sentido de la vista no puede ver, pues éste lo que capta es la luz.” Y junto a ese comentario hablo del frio como ausencia de calor.

Si reflexionamos sobre esto, podemos ver que el conocimiento tiene nombres para cosas que no existen, damos cualidades a fenómenos que en sí mismos no son “nada”, no existen en realidad. Son la ausencia de algo que si existe.

¿Esto por qué es importante comprenderlo? En mi trabajo trato con personas que consumen drogas tan activamente que pierden su familia, su dignidad y su vida. Buscando la forma adecuada de enfrentar este fenómeno de la sociedad cada vez mayor, encuentro la forma que el IAFA y otras instituciones utilizan. Y es entonces donde encuentro “el error”. Ellos atacan la droga, enseñando las consecuencias de su uso y lo destructivas que pueden llegar a ser en el núcleo del hogar y desde luego en la sociedad. El error está en que atacan el vacio, atacan lo que no existe. Porque el consumo es un resultado de algo y no el problema en sí. El consumo es el fenómeno que se da por la ausencia de algo.

Esto sucede porque olvidamos que separamos para entender, pero que todo se complementa. Que estudiamos los efectos de la droga en los organismos y los fenómenos sociales que estás traen pero que las personas no consumen porque sí, consumen por alguna carencia, por algún vacío que se intenta llenar.

Otra forma de intentar explicar esta idea de que nada es opuesto de todo, es mirar la iglesia. La iglesia llama a algo “el pecado” (no cumplir la voluntad de Dios, alejarse de Dios), pero este también es un señalamiento al vacio. “Dios todo lo creo y vio que era bueno”. Tomando esta frase como punto de partida, puedo afirmar que Dios no creo ni el mal, ni el infierno. Estos son la forma en que llamamos a la ausencia de Dios, el fenómeno que se presenta.

Con todo esto lo que quiero expresar, es que la forma en que nos educan para mirar al mundo, a nosotros mismos y a nosotros mismos en el mundo, no puede ser funcional si se basa en el sentido de separación, de vacío.

Yo quiero mirar al mundo y no decir que blanco es el opuesto del negro, solo quiero mirar colores y maravillarme de que todo se complementa. Quiero saber que el día y la noche son uno y no dos. Quiero saber que cuando alguien consume drogas y cree ser feliz, es que está llenando un vacío y que si yo siento la necesidad de ayudar no decirle: “la droga mata y destruye la sociedad”, si no decirle: “como te sientes, que paso o no paso en tu vida que crees tuvo que ser diferente”. Quiero creer en Dios porque Él es la plenitud de la vida y no porque sí soy pecador me voy al infierno. Quiero vivir y sentir todo lo que soy, no solo las partes agradables y aceptadas socialmente -que tan poco nos hacen crecer-. Quiero saber que todo es bueno y lo que considero malo o pecado es una distorsión de lo que si “es”, una ausencia de algo y no quedarme mirando la nada, sino buscando lo que existe y me complementa. “El error” es poner la atención en lo que no existe.

Ahora comprendo que morir no es morir; morir es no vivir.

¡La vida “es”, y llamamos morir al fenómeno que se experimenta por la ausencia!

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